martes, 15 de febrero de 2011

MOZART Y LA SINFONÍA DE LAS NEURONAS Sofía Montoya


La música puede contribuir al desarrollo de aptitudes en los seres humanos, principalmente en los niños. Según estudios recientes, las obras de los grandes genios estimulan la capacidad de los pequeñines para resolver problemas de agilidad mental.
Diversas investigaciones en todo el mundo muestran de manera parcial que la música no sólo permite alcanzar un goce estético, sino que también estimula el desarrollo cerebral en los niños.
Estos trabajos tienen como punto de partida un fenómeno observado en 1993, denominado efecto Mozart: dos profesores e investigadores estadounidenses, Gordon Shaw y Frances Rauscher, constataron que luego de escuchar una sonata del genial compositor vienés, un grupo de escolares obtenía mejores resultados en cuestionarios de agilidad mental.
Las pruebas alcanzaron resultados breves y modestos, en tanto que el efecto no duró más de 15 minutos, pero el hecho fue suficiente para desatar el entusiasmo de quienes buscaron incrementar la inteligencia de los niños. “La música clásica pareció una supervitamina: un poco difícil de tragar, pero muy buena”, escribió el diario New York Times al respecto.
Ahora, varios grupos de científicos en el mundo buscan conocer los efectos de la música en el cerebro, y para averiguarlo analizan las reacciones de los bebés a las tradicionales canciones de cuna, y observan las diferencias en el desarrollo de las aptitudes mentales entre los niños que estudian música y los que no.
Asimismo, una serie de estudios realizados sobre miles de estudiantes universitarios en Estados Unidos permitieron comprobar que éstos obtuvieron mejores calificaciones después de haber escuchado obras de Mozart, Schubert y Mendelssohn, que composiciones del músico minimalista Philip Glass, por ejemplo.
Así, no han faltado voces eufóricas afirmando que el uso de la música ayuda a aprender idiomas en forma inusualmente rápida o que contribuye al aprendizaje de las matemáticas. Asimismo, como se ha comprobado que los bebés escuchan sonidos desde las 30 semanas de gestación, hay quienes sugieren que se les someta a sesiones intensivas de música clásica antes de nacer.
Aún queda mucho por estudiar y averiguar al respecto, pero por el momento y antes de conocer los resultados de las investigaciones podemos adelantarnos: dejar que nuestros oídos (quizás también nuestras neuronas) dancen al ritmo de las melodías del universal lenguaje de la música.



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